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La verdad histórica

TU REGERE IMPERIO FLVCTVS HISPANE MEMENTO
Recuerda, España, que tú registe el Imperio de los Mares.


EL ORIGEN DE LOS ALIADOS INDIGENAS DE FRANCISCO PIZARRO Y SU LEALTAD A ESPAÑA - BRUTALIDAD DE LAS PERSECUCIONES PROTESTANTES - LA CAPACIDAD DE LA INQUISICIÓN PARA INFLUIR EN LA VIDA ESPAÑOLA FUE ESCASÍSIMA - EL DESASTRE ESPAÑOL EN CUBA FUE UNA PARODIA DE GUERRA - DERROTA DE LA FLOTA HOLANDESA - LOS PERROS DEL MAR - MANIPULACIÓN HISTÓRICA EN LOS MURALES DE DIEGO DE RIVERA - HERNÁN CORTÉS - PROHIBICIÓN DE LA ESCLAVITUD - LA INTERPRETACIÓN DE LOS FENÓMENOS QUE ESTUDIA LA HISTORIA - NECESIDAD DE UN ENFOQUE DEONTÓLOGICO SERIO DEL QUEHACER DE LOS HISTORIADORES, AL SERVICIO DE LA VERDAD

EL ORIGEN DE LOS ALIADOS INDIGENAS DE FRANCISCO PIZARRO Y SU LEALTAD A ESPAÑA

En el Perú del Imperio Inca, antes de la guerra civil entre Huáscar y su hermano Atahualpa, los pueblos Huancas, Cañaris y Chachapoyas entre otros vivían sometidos al Inca.

La guerra civil entre ATAHUALPA y HUASCAR costó ente 600.000 y más de un millón de muertos. Para la población de la época da idea de la carnicería que hubo. Sirva de ejemplo: según cuentan las crónicas del Inca Garcilaso de la Vega solo en la batalla de Hatun Xauxa murieron 150.000 soldados de ambos bandos. 

Finalmente Atahualpa derrotó a Huáscar en la batalla final de Quipaypampa. Tras ser apresado, Huáscar fue conducido al Cuzco por Chalcuchimac y Quizquiz. Donde se le obligó a presenciar la muerte de sus familiares, tanto directos como indirectos. Antes de ello su madre le reprochó el estado en el que había quedado el imperio por su forma de gobernar. En prisión lo insultaban, le daban de comer desechos humanos y se burlaban de él todo el tiempo. Lo mataron cuando tenía cerca de 27 años, arrojándolo probablemente a un abismo, aunque también se cree que lo ahogaron en el río Negromayo, en Andamarca (provincia de Lucanas en Ayacucho), por orden de Atahualpa. En Cuzco, Quizquiz mató a todos los que tenían parentesco con Huáscar y por lo tanto pudiesen ser enemigos potenciales, incluyendo a los hijos los niños y las mujeres. La toma de Cuzco por Quizquiz terminó con la muerte de muchas familias de la nobleza cusqueña y el incendio de los palacios de la panaca de Huáscar.

Los Cañaris tomaron partido por Huáscar. Atahualpa había conseguido el apoyo de la confederación norteña (Caranquis-Quitus-Puruhaes) y bajó a Tomebamba para pactar una alianza con los Cañaris. Sin embargo estos ya habían tomado partido por Huáscar, por lo que acabaron con la guardia de Atahualpa y a él mismo lo apresaron. Atahualpa consiguió escapar y volver a Quito, donde después de reunir a sus ejércitos, regresó a Tomebamba, e hizo una masacre generalizada de todos los Cañaris, destruyendo su ciudad. Derrotado y hecho prisionero Huáscar por el ejército de Atahualpa, tanto sus seguidores como sus aliados, decidieron unirse a Pizarro al que le aportaron apoyo logístico y militar para derrotar a los incas rivales.
Casi desde la misma llegada de los españoles a Tumbes, algunos curacas tallanes no dudaron en apoyarles y en el viaje de Pizarro hacia Cajamarca, tanto ellos como los chimús les advirtieron de que se cuidasen de Atahualpa. Después de que Francisco Pizarro capturase a Atahualpa en Cajamarca, los Cañaris fueron a entrevistarse con el jefe español. Su odio contra Atahualpa era tan fuerte que serían el primer grupo étnico del Imperio Inca en formar alianza con los recién llegados. Poco tiempo después de que se unieran los Cañaris, Pizarro recibiría también el apoyo de los Chachapoyas, de los Huancas y del huascarista Manco Inca. Con todos ellos partió hacia la conquista del Cuzco.
Durante el dominio español, los Cañaris lo aceptaron y se convirtieron a la religión cristiana, guerreando durante años contra los Incas rebeldes de Vilcabamba. Finalmente Cañaris y españoles derrotaron a los Incas en la Batalla de Sacsayhuamán. Los Cañaris también se unieron a las huestes de Sebastián de Benalcázar en su conquista del reino de Quito. 
En la “Relación” de Tomebamba (localidad al norte del imperio inca), se afirma que tanto la presencia de Benalcázar en estas tierras (primer español que lo hizo), como la posterior de Almagro, fue motivada por el llamamiento que a ambos hicieran los principales caciques Cañaris. No hay dudas respecto a la actitud que adoptaron estos belicosos pueblos del norte de Quito, enemigos de los descendientes del Inca Huayna Capac, demostrado por las informaciones existentes, que fue igualmente absoluta su lealtad a la Corona de España y otro tanto cabe decir de los Chachapoyas, no solo de los que estaban presentes en el Cuzco a la llegada de Pizarro, sino de toda la población de la tierra explorada por Alonso de Alvarado en 1535.

Como consecuencia de la enemistad de los Chachapoyas con sus vecinos, la alianza con los españoles fue aún más firme. Cieza de León dice que cuando Alvarado llegó en compañía de sus hombres, trece en total, a Cochabamba: “fueron bien recibidos de los naturales, porque de toda la comarca los vinieron por los ver mostrándose como amigos”. Cieza menciona un ejército de tres mil guerreros indígenas confederados con Alvarado para someter a los grupos indígenas de la región oriental de Chillao (en el centro del alto Marañón), que se habían mostrado hostiles a los españoles y destaca la gestión decisiva de un principal de los aliados, llamado Guamán, que logró avenir las voluntades de los belicosos defensores de Chillao.
La política de establecer alianzas con los indígenas fue una estrategia que Alonso de Alvarado cultivó con una prudencia que Cieza de León, tan crítico con la conducta de algunos conquistadores, reconoce sin reservas. De la firmeza de esas alianzas y de la lealtad de los indígenas que las suscribieron, da fe una relación escrita por un indio “ladino”, natural de Cochabamba, hijo de un cacique principal, que amplía la información de Cieza sobre el Guamán “embajador” de Alonso de Alvarado. A cambio el indio hace una petición de mercedes a la Corona como recompensa por su larga colaboración en las campañas de la conquista del Perú.

Los Huancas por su parte celebraron la venida de los españoles (esperaban librarse de la esclavitud de Atahualpa) y los consideraban sus salvadores, por lo que se unieron a ellos. El 9º Inca Pachacuti les había infligido un enorme castigo por haberse sublevado contra su imperio. Mandó cortar las dos manos a los hombres y la mano derecha a las mujeres. Desde entonces habían estado sometidos al estado Inca. Abastecieron y equiparon a sus nuevos aliados con ganados, comida y ropa. Y en su momento, a la hora de enfrentar la última resistencia militar de las huestes que permanecían leales a Atahualpa, españoles y Huancas decidieron jugarse el “todo por el todo”. Más tarde, con miles de guerreros, contribuirían a combatir la resistencia de Manco Inca. 
Fueron reconocidos por la Corona de España por su ayuda en la lucha contra los incas. Felipe II les otorgó un blasón en señal de la unión entre ambas naciones. Los curacas y la nobleza huanca recuperaron sus privilegios y el gobierno español mediante Real Cédula prohibió el establecimiento de latifundios en territorio huanca. 

La enemistad de estos pueblos en general con las autoridades incas había sido tradicional y, desde el inicio de la marcha sobre el Cuzco, ya se ha dicho que acompañaron a los españoles. El cronista Sancho de la Hoz, secretario de Pizarro, nos ha dejado importante información sobre estos pueblos, que colaboraron en el asentamiento de los españoles en Xanxa, Perú: “celebrando mucho su venida, porque con ella pensaban que saldrían de la esclavitud en que los tenía aquella gente extranjera" (refiriéndose en este caso a los incas).
El mismo cronista nos informa también de que en Andahuaylas (al sur del actual Perú): “hubo gente procedente de comarcas vecinas que venían huyendo de las tropas quiteñas que desde el Cuzco dominado por Quizquiz actuaban en toda la región en una campaña devastadora; y desde luego ha sido suficientemente resaltado el apoyo que Manco Inca brindó en un principio a los españoles“. 
Cuando Hernando Pizarro lideró la defensa del Cusco contra el asedio de Manco Inca, doscientos soldados españoles estaban apuntalados por “más de treinta mil indios auxiliares”, entre los que se contaban muchos Cañaris y Chachapoyas. Poco más tarde, cuando los incas cercaron la ciudad de Lima, colaboraron en el levantamiento del cerco los yungas de Lima (Lurigancho, Surco, Chilca), los huaylas de los Andes Centrales y nuevamente sus vecinos, los Huancas. También vecinos de éstos, los yauyos, los tarmas y los chankas, mostraron en otro momento su alianza con los españoles.
El historiador peruano Waldemar Espinoza, en la destrucción del Imperio de los Incas, por su parte, centra casi toda su atención en el papel descollante que, como aliados de los conquistadores españoles cumplieron los Huancas de los ricos valles agrícolas de Jauja, Concepción y Huancayo, en los Andes Centrales del Perú.
En otro momento de la historia, durante el proceso de independencia del Perú, los ejércitos realistas tenían un numeroso componente de indígenas. Eran descritos por sus superiores, como el general Pezuela, como soldados dispuestos a hacerse matar en sus puestos. 

Lo curioso, es que después de tres siglos de presencia española en esos territorios, la mayoría de esos indios no hablaba la lengua de Cervantes; sus lenguas nativas, siendo el quechua y el aymara las mayoritarias, estaban protegidas por las leyes de la Corona, razón por la cual muchos mandos medios españoles aprendían sus idiomas para darles instrucciones en batalla. No es de extrañar que hubiera tal lealtad a España, que siempre fue muy respetuosa con las tradiciones y culturas locales de sus súbditos. 
En el Perú se conformó el regimiento de Nobles Patricios del Cuzco, cuyo cuerpo de oficiales estaba compuesto por los descendientes de las 13 casas de sangre Inca. Es decir, en plena guerra de independencia, los descendientes del imperio Inca continuaban con el estatus de nobleza de sus ancestros dentro de la estructura social española.

Conclusión: Es increíble la lealtad que supo granjearse España preocupándose, defendiendo y apoyando a los indígenas....Como lo demostraron con su apoyo y su amor a España hasta el punto de dar la vida por ella... Quién puede decir eso?... Y esto, señores, es Historia.

Fuentes y referencias consultadas:
•Waldemar Espinoza, Opera Omnia. El historiador peruano Waldemar Espinoza es un etnohistoriador y docente universitario especialista en historia andina prehispánica y virreinal, emérito de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha recibido numerosos premios y distinciones: Profesor Honoris Causa por la Universidad Nacional del Centro del Perú. Huancayo, 1977; Profesor Honorario de la Universidad Nacional de La Libertad. Trujillo, 1999; Premio Internacional concedido en 1988, por la Fundación Conde Garriga de Barcelona (España) al mejor libro publicado sobre historia de la moneda (Artesanos, transacciones, monedas y firmas de pago en el mundo andino. Siglos XV y XVI. Dos tomos. Lima); Miembro de la Orden de las Palmas Magisteriales, otorgado por el Ministerio de Educación del Perú, en el grado de Maestro (Lima, 1990). La Pontificia Universidad Católica del Perú y la revista Caretas, a fines del 2000, incluyó su libro "La destrucción del imperio de los incas" (1973), entre los 50 mejores textos editados en el Perú durante el siglo XX (Los 50 libros que todo peruano culto debe leer. Lima 2000). 
•José Antonio del Busto Duthurburu, La conquista del Perú. Empresa Editora El Comercio SA. Lima (2011).
•Víctor Angles Vargas, Historia del Cusco incaico. Lima: Industrial gráfica SA. Lima (1988, 3ª edición).
•Juan José Vega, La guerra de los viracochas. Edición Universidad Nacional de Educación (EUNE); Cronología de la Conquista de los Reinos del Perú (1524-1572), Carlos Huerta. Lima (1969, 3ª edición).


BRUTALIDAD DE LAS PERSECUCIONES PROTESTANTES
Según algunos estudios recientes y contrastados, en los territorios que actualmente ocupa Alemania, durante los siglos XVI y XVII, los protestantes ejecutaron a unas 25.000 personas acusadas por brujería, de tener pactos con el diablo u otros espíritus malignos.‬ En Alemania y en los demás países protestantes, los condenados y ejecutados por brujería se contaban por centenares.
Según Roca Barea, en la Europa moderna, se prendió fuego a unas 50.000 brujas. La mitad de ellas fueron abrasadas en territorios alemanes, en Suiza en torno a 4.000, alrededor de 1.500 en Inglaterra, alrededor de 4.000 en Francia. En contraposición, el Santo Oficio español mandó quemar solamente 27 condenados. 
Cuando se dice que la Inquisición española era uno de los tribunales que ofrecían más garantías procesales, muy por encima de la justicia civil, significa literalmente que en algunos países como Inglaterra la intolerancia se ejerció sin frenos ni cortapisas legales. Con Enrique VIII y con su hija Isabel I, la persecución de católicos fue brutal. Con la marcha de los españoles el terror se impuso en Inglaterra. 

LA CAPACIDAD DE LA INQUISICIÓN PARA INFLUIR EN LA VIDA ESPAÑOLA FUE ESCASÍSIMA
Según los estudios de Lea y Kamen, durante la Inquisición española, apenas fueron torturados entre el 1% y el 2% de los casos que se sometían a investigación. Además, esta práctica tenía terminantemente prohibida la mutilación, tenía prohibido poner en riesgo la vida del reo y era obligatoria la presencia de un médico. Tales precauciones con el condenado no tenían lugar en los tribunales civiles en ningún otro país de Europa. Roca Barea incorpora, a los citados estudios de Lea y Kamen, un trabajo del profesor Halizczer, de la Universidad de Illinois, que añade que si se practicaban torturas para provocar confesiones, no duraban más de 15 minutos.
A diferencia del parecer de los tribunales de la Europa Moderna, el Santo Oficio español, si condenó a alguna bruja, no fue por el delito de brujería, sino por otros crímenes de importancia o más sustantivos. El delito de brujería, a ojos del Santo Oficio español, era considerado como un mayúsculo disparate carente de relevancia. Roca Barea trae a colación la disposición del tribunal de Granada que indica literalmente que “si no median otros delitos, no habrá multa ni confiscación de bienes y sólo habrá penas para la sanación de su alma”.

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EL DESASTRE ESPAÑOL EN CUBA
FUE UNA PARODIA DE GUERRA

Desde las secesiones hispanoamericanas, donde los instigadores fueron los propios políticos y militares españoles, que anteponían sus intereses a los de España. La misma Sociedad Secreta que había facilitado los llamados procesos de independencia en América seguía conspirando en España a finales del siglo XlX. No es una casualidad que tanto el presidente de los Estados Unidos (McKinley) como el presidente de España (Sagasta) fuesen maestros masones del grado 33, y como se sabe, esta secta política de obediencia británica siempre ha estado al servicio de los intereses anglosajones.

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España perdió sus últimas posesiones en el Caribe y el Pacífico no por enfrentar a una fuerza militar superior, sino por culpa de los pactos de sus gobernantes, sus reyes y sus élites traidoras. El desastre español en Cuba fue una parodia de guerra. El ejército estadounidense no era superior al español. Por el contrario, la armada española contaba con cruceros acorazados, destructores y torpederos, más grandes y veloces, más marineros y oceánicos, con mejor artillería, mejor dotación y mejor tecnología de guerra.
Lo que aporta el libro de Federico Santaella (1898 Crónica de una derrota pactada) va en la línea de contradecir la historia oficial y narrar la historia real.




 "España pactó en secreto la entrega de Cuba con una parodia de guerra en 1898"
Video de entrevista a Federico Santaella, pulsando aquí

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Durante su 90 crucero de instrucción (julio 2018), el buque-escuela de la Armada Española rindió un homenaje a los caídos en la Batalla de Santiago de Cuba de 1898. El acto se hizo coincidir en el momento en que el J. S. de Elcano pasaba por el punto más cercano de la batalla y en el día que se cumplía 120 años del combate naval. Con este acto se rindió tributo a los hombres que sirvieron a la escuadra al mando del almirante Cervera, en el crucero acorazado Cristóbal Colón, los cruceros Infanta María Teresa, Vizcaya y Almirante Oquendo, y los destructores Furor y Plutón. 
Video reportaje de la ceremonia, pulsando aquí

DERROTA DE LA FLOTA HOLANDESA, EL ENEMIGO BÁTAVO

Uno de los episodios navales más extraordinarios que la España del S.XVII llevó a cabo, en condiciones extremadamente difíciles, fue la defensa de las Filipinas contra el intento de su conquista por una fuerza abrumadoramente superior que los holandeses habían reunido para tal propósito. En efecto, desde antes de la seperación de Portugal de la Monarquía Hispánica, los holandeses ya habían atacado y conquistado diversas factorías y puestos avanzados portugueses a lo largo de las costas del Índico que los lusos no pudieron retener, mal defendidos y muy aislados. En este contexto los holandeses llegaron hasta las islas Molucas, haciéndose en primer lugar con Amboyna en 1605, fundando Batavia (hoy Yakarta) en la isla de Java en 1619, desde donde comenzaron a ampliar sus posesiones.

En 1646, entre Formosa y las ya Indias Orientales Neerlandesas, los holandeses contaban con una fuerza de unos 150 barcos de todo tipo, entre los que se encontraban gran cantidad de urcas y galeones de guerra de gran calidad y muy bien armados. Suponiendo que la conquista de las Filipinas sería un objetivo tan fácil como los anteriores, concentraron una fuerza de 18 galeones de entre 46 y 30 cañones, a parte de otras embarcaciones de apoyo, con los que se lanzarían contra los españoles, que sólo contaban con dos viejos galeones, el “Encarnación”, de 34 cañones, y el “Rosario” de 30, y algunas unidades menores, así que pensaron que sería un paseo militar. Sin embargo, no contaron con la pericia y espíritu combativo de los marinos hispanos, y con la incondicional ayuda que estos recibirían de los nativos filipinos. La fuerza enemiga se lanzó al ataque, pero en una serie de cinco combates a lo largo de ese año, los dos solitarios galeones españoles consiguieron infligir una derrota tras otra a unos holandeses que no cosecharon más que centenares de bajas, y pérdida de barcos y material. Al año siguiente, en 1647, los holandeses hicieron un nuevo intento, esta vez con 12 galeones atacando Cavite, defendida únicamente por el castillo de San Felipe y un único galeón, el “San Diego”, construido en Filipinas y terminado el año anterior. Nuevamente el enemigo bátavo tuvo que retirarse con el rabo entre las piernas y la muerte de su almirante Martin Gertzen, derrotado por las baterías del castillo y el solitario galeón español.

El “Encarnación” y el “Rosario” cañoneando a los buques holandeses. Los comandantes españoles Fajardo y Orella mantuvieron vivo en todo momento el espíritu combativo de españoles y filipinos que lucharon codo con codo.

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LOS PERROS DEL MAR

La corona británica financiaba expediciones para la rapiña y el saqueo.

Este video analiza el fenómeno de los corsarios ingleses, simples piratas cobijados bajo la corona británica.

Más allá de un hecho curioso o llamativo, se trató de una estrategia política, que revela claramente los rasgos de acción de la élite de dirección nacional anglosajona.

Enlace: documental

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EL QUEHACER DE LOS HISTORIADORES DEBE SER PUESTO ENTERAMENTE AL SERVICIO DE LA VERDAD — Los historiadores pueden falsear los hechos, al servicio de ideologías, pero no deben hacerlo: pueden pero no deben. Este transtorno que consiste en hacer lo que se puede pero no se debe es por desgracia bastante corriente. Tiene su origen en diversos tipos de patología, que se pueden resumir en dos: de origen social (ideologización, cinismo, politización, etc.) y de origen psíquico (frustraciones diversas, alteraciones de la personalidad y deformaciones adquiridas por una educación descuidada). Por consiguiente, es necesario que, por una lado, se produzca un rechazo social y científico de aquellos historiadores que descuidan el gravísimo deber de indagar sobre la verdad completa de los hechos históricos y de los docentes que la transmiten con maliciosas deformaciones; por otro lado hay que individuar y poner remedio a esa especie de neurosis colectiva que se da en personalidades patologizadas que vuelcan su malestar psíquico en forma de ideología; y que no es este el lugar adecuado para analizar o diagnosticar. En la práctica, no resulta fácil separar el trigo de la paja. Los delincuentes deberían sufrir las consecuencias de su irresponsabilidad y de su incompetencia: las han de sufrir en el terreno social, al margen de que las sufran en el terreno judicial. Es decir, una sociedad sana, y los individuos que la integran, deben desplegar los necesarios mecanismos de defensa para rechazar las conductas dañinas —sea cual sea su origen—, llamando a cada cosa por su nombre. A continuación, recogemos ejemplos de manipulación historiográfica, donde se amalgaman datos reales con interpretaciones arbitrarias.  - enlace A         enlace B


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Representación gráfica de la descarada manipulación histórica, en los murales de Diego Rivera
(Palacio Nacional de la Ciudad de México)
Hernán Cortés
Hernán Cortés


PROHIBICIÓN DE LA ESCLAVITUD — En el siglo XVI, siglos antes de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, siglos antes de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, siglos antes de la existencia de la ONU, las Leyes de Indias prohibían de manera absoluta la esclavitud.
La Corona española no se limitó a acatar los edictos papales, sino que empezó a promulgar normas que defendían a los pueblos recién descubiertos. Isabel la Católica fue la primera Reina en Europa que adoptó medidas para proteger las propiedades de los indios y prohibir su esclavitud.
En los años siguientes se introdujeron otras normas que continuaron ese mismo camino. Se aprobaron las Leyes de Burgos en 1512, se instauró la figura del “Requerimiento” y se adoptaron las “Ordenanzas para el buen tratamiento de los indios”, publicadas en 1526. En ese mismo sentido, se permitió que las órdenes religiosas criticasen la actitud de los conquistadores cuando cometían abusos, como sucedió con el sermón que fray Antonio de Montesino predicó en Santo Domingo, en diciembre de 1511. 
A raíz de la promulgación de las ordenanzas destinadas a proteger a los indios, surgió una polémica en torno al derecho que tenía la Corona sobre los territorios que iba ocupando. La Escuela de Salamanca lideró las discusiones sobre los Justos Títulos del rey, protagonizadas por Luis de Molina, Francisco Suárez y Francisco de Vitoria.
La dificultad de controlar la aplicación de las leyes protectoras, las distancias geográficas y la actitud de algunos encomenderos provocó que, entre 1539 y 1540, aumentasen las quejas ante el monarca. Fray Bartolomé de las Casas presentó al emperador un informe dramático, que serviría de base a la "Brevísima relación de la destrucción de las Indias", cuyas tesis, sustentadas en datos tergiversados y exagerados rápidamente fueron utilizadas por los enemigos de la Monarquía Hispánica para atacarla. En 1542, Carlos I, lejos de acallar las voces críticas sobre su gobierno, recibió al fraile dominico en la Corte. Como resultado, se promulgaron en Barcelona las Leyes Nuevas. Sus preceptos, muy duros con la figura de la encomienda, obligaban a liberar a los esclavos y a que los indios fuesen tratados como “vasallos” de la Corona de Castilla. Pero, ante las posturas enfrentadas, Carlos I, movido por razones de conciencia, decidió hacer algo inusual: convocó una Junta entre los grandes personajes del Reino para que emitiesen un dictamen sobre la situación de los indios del Nuevo Mundo y sobre la licitud de la dominación española en América. Nunca antes un soberano, voluntaria y públicamente, había organizado un acto de estas características, con el que se ponía en duda hasta la propia legitimidad de su conducta. Tal fue la importancia de esa Junta que se ordenó la suspensión de las conquistas hasta su celebración. 
La Junta se reunió en Valladolid, a finales de 1550 y principios de 1551, en el Colegio de San Gregorio. Estuvo integrada por miembros del Consejo de Indias, teólogos, juristas y otras reputadas personalidades. Se encargó al teólogo Domingo de Soto que fijara los términos del debate, que versaría sobre cómo “quedasen aquellas gentes sujetas a la Majestad de nuestro Emperador sin lesión de su real conciencia”. El representante papal, el cardenal Salvatore Roncieri, presidió las sesiones. En la controversia se enfrentaron dos modos antagónicos de concebir la ocupación de América: el de Juan Ginés de Sepúlveda y el de Bartolomé de Las Casas. 
La Junta de Valladolid fue el primer gran debate de la historia de la Humanidad en el que se discutió sobre los derechos y la legitimidad de la conquista de otros pueblos y tierras. Ninguna otra nación lo había hecho antes, y ninguna otra lo hizo nunca, no obstante haberse formado grandes imperios. España fue, de este modo, la primera nación del mundo que legisló sobre el Derecho de Gentes (ius gentium) y creo lo que hoy conocemos como derechos humanos y Derecho Internacional.

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LA INTERPRETACIÓN EN EL INMENSO MAGMA DE LOS FENÓMENOS COMPLEJOS DE LA ACCIÓN HUMANA COMO SON LOS QUE ESTUDIA LA HISTORIA - TEORIA DEL CONOCIMIENTO (sobre la certezas de las distintas ciencias) — Crítica al positivismo en economía, según Jesús Huerta de Soto, en sus Lecciones de Economía (Universidad Rey Juan Carlos) — El mundo lo mueven ideas y las ciencias humanas tratan sobre ideas. En las ciencias humanas o sociales, las leyes tratan sobre fenómenos complejos, que no se pueden aislar, que no permiten experimentos de laboratorio. Leyes ceteribus paribus (a igualdad de circunstancias): en el mundo real, nadie es capaz de obserbar nada "ceteribus paribus"; en la historia no se puede decir "ceteribus paribus", no cabe hacer experimentos de laboratorio en los fenómenos que constituyen la historia.

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ES PRECISO UN ENFOQUE DEONTÓLOGICO SERIO DEL QUEHACER DE LOS HISTORIADORES, QUE DEBE SER PUESTO ENTERAMENTE AL SERVICIO DE LA VERDAD — Un historiador no puede falsear los hechos, al servicio de ideologías. Es necesario que se produzca un rechazo social de los historiadores que descuidan el gravísimo deber de indagar sobre la verdad completa de los hechos históricos. Estos manifiestos delincuentes deberán sufrir las consecuencias de su irresponsabilidad y de su incompetencia. Las han de sufrir en el terreno social, al margen de que las sufran en el terreno judicial. Es decir, una sociedad sana, y los individuos que la integran, deben desplegar los necesarios mecanismos de defensa para rechazar las conductas dañinas, llamando a las cosas por su nombre. A continuación, recogemos un ejemplo típico de cínica manipulación historiográfica, donde se amalgaman datos reales con interpretaciones arbitrarias. -            enlace A           enlace B          (pulsar en cada epígrafe para ver su contenido)